miércoles, 31 de marzo de 2010

La TV Digital

En estos días ha vuelto a la discusión pública, sobre todo a la atención de los medios de comunicación, la definición que nuestro país debe adoptar sobre la norma para la TV digital.

A veces parece un tema estrictamente técnico y alejado de la política; incluso se llega a mostrar como si fuera solamente un asunto de calidad de imagen, de acceso a tecnología de punta y ahora, de conexión viable o no con los países vecinos.

Todos esos son componentes de la opción que se tome para la norma de TV Digital pero de ninguna manera es lo más trascendente.

Para empezar, y no confundir con los servicios de imagen digital que ofrecen hoy los diversos canales de cable, hay que decir, que se está hablando de TV Digital abierta, es decir gratuita y para todos.

Cuando se produzca el denominado "apagón analógico", que por ejemplo, ya es una realidad en algunos países del primer mundo, la señal de televisión abierta llegará en formato digital y no podrá ser recibida, como en la actualidad, con los aparatos que decodifican señales analógicas.

Hay básicamente tres normas a nivel internacional para la implementación de este nuevo sistema: la estadounidense, la europea y la japonesa. La principal diferencia entre las tres radica en que la estadounidense está basada en el paradigma de máxima definición y calidad y por lo tanto a cada canal analógico básicamente le corresponde un canal digital. La europea y la japonesa permiten, con distintas variantes, varios canales digitales por cada canal analógico preexistente.

La estadounidense, en el caso uruguayo, dejaría la propiedad o mejor dicho el usufructo de la televisión abierta, tal como está en la actualidad; la japonesa y la europea permitirían una apertura inédita hacia nuevas señales y nuevos protagonistas.

Por lo tanto, lo primero y más importante al definir una norma para la televisión digital es si este cambio tecnológico favorece una democratización en el usufructo del principal medio de información, entretenimiento y socialización digital de la sociedad o si mantiene y por lo tanto fortalece, el oligopolio existente actualmente.

En ese sentido, la definición del gobierno del Frente Amplio, tanto el de Tabaré Vázquez, que se definió por la europea, como el de José Mujica, que abre una duda entre esta opción o la japonesa, es a favor de la democratización de la información y de la apertura, por primera vez en la historia del Uruguay, de la televisión abierta a nuevas opciones.

Ese es el aspecto sustancial y regularmente ignorado en el planteo mediático.

Uruguay y su gobierno han optado por una norma que aprovecha la renovación tecnológica, el pasaje al formato digital de la televisión abierta, para democratizarla y abrirla a la sociedad y no para consolidar el status quo oligopólico actual.

Con esta decisión se abrirá la posibilidad de que sectores sociales tengan presencia en la televisión abierta, la cultura nacional, otros operadores privados y también fortalecer la presencia y proyección de los medios públicos, con nuevos canales y llegada.

Esto se puede dar tanto por la vía de los nuevos canales que se habilitarán, como por la de la posible e inédita negociación con los usufructuarios actuales de la televisión abierta para establecer contrapartidas y compromisos a cambio de renovar sus permisos.

Ese, reiteramos, es el aspecto principal.

Luego viene el debate sobre si es mejor reafirmar la opción de la norma europea o atender el planteo brasileño y sumarnos a la japonesa, asumida por la mayoría de la región.

Allí intervienen muchos factores, esencialmente políticos y económicos. Uruguay intentó, sin éxito, que en el Mercosur como tal negociara una norma única y compartiera los beneficios tecnológicos y de inversiones. Brasil y Argentina, pero sobre todo el primer país, por su peso e importancia negociaron solos. Brasil acordó con Japón y obtuvo algunas contrapartidas.

El gobierno definirá cuál de las dos opciones es mejor. Informes técnicos señalan que no habría grandes problemas por tener la norma europea, si Brasil y Argentina tienen la japonesa y por sobre todo que no afectaría a la industria audiovisual y de software nacional.

Todo ello es trascendente.

Pero más que la norma que finalmente se defina y que utilicemos, lo que realmente importa es qué vamos a hacer con las posibilidades que ofrece la TV Digital abierta.

Tenemos la oportunidad histórica de democratizar la televisión y por lo tanto democratizar la sociedad. Eso es lo trascendente.


La República, 31 de marzo de 2010 - Editorial

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